La reina Nilia I (Las aventuras de Star Gordo)
Fue la menor de las tres hijas del corrupto rey de Tirio, "Kaliron VIII". Era sordomuda y con frecuencia debía soportar las bromas pesadas de sus hermanas y el rechazo de su familia. El que menos la despreciaba era su padre. Cuando se acercaba para que jugara con ella, se limitaba a darle grandes cantidades de dinero para que se comprara juguetes y lo dejase en paz.
Una de las pocas personas en que confiaba, era su intérprete, "Barion Cekar", al que muchos culpaban de haberle enseñado más cosas de las que debería haber aprendido. Lo cierto es que su hermana mayor y heredera al trono, falleció en una explosión de la nave en vuelo, que debería llevarla en presencia de su prometido, para anunciar su posible compromiso. La terrible explosión estuvo acompañada de coloridos fuegos de artificio, que daban a entender que el asesino se alegraba mucho de tal desgracia. No pocas miradas se fijaron en Nilia, que odiaba a la fallecida. Parece que la gran cantidad de dinero que le daba su padre para comprar ropa, lo usó para sobornar a una parte de su guardia. Luego fue el turno del prometido, que apareció con la cabeza cortada. No pasó mucho tiempo para que el rey y su familia fuera encerrada en palacio, y cuando al fin se les permitió salir, vieron en el patio a la guardia formada. Con ellos estaban Nilia y el intérprete. Esta llamó al rey, por señas, y le enseñó unos documentos, que depositó encima de una mesa, junto a una estilográfica. Si los firmaba, nombraría a su hija reina, a cambio de un cómodo retiro. Tras una breve resistencia inicial, el rey, cedió.
Entre las reformas de la nueva reina destacaban la prohibición de partidos políticos. Ella dijo no tener nada en contra de la libertad de expresión. Pero no estaba dispuesta a tolerar que dichas entidades se convirtieran en bandas que extorsionaban a los ciudadanos, obligándolos a secundarlos. Los líderes fueron severamente castigados. Muchos de ellos, con la muerte.
A los desempleados los obligó a participar en tareas tales como limpiezas de calles y edificios. A los delincuentes los puso a trabajar en las minas y en otras labores peligrosas.
El cercano planeta, Bilmo, que sus antecesores consideraron imposible de conquistar, también sufrió la ira de la reina, que si bien no llegó a dominarlo por completo, sí que llegó a territorios ni siquiera soñados por sus antecesores. Especial trabajo le dio el fanatismo religioso y los sangrientos juicios por brujería empleados en dicho planeta, sin pruebas sólidas, pese a la prohibición de la soberana, que tuvo que emplear a sus ejércitos a fondo para desterrar tan brutales creencias.
Pese a los progresos de Nilia, el pequeño planeta, Tirio, sufría con frecuencia presiones de la superpotencia, el gigantesco planeta, Basti, cuyo emperador veía con malos ojos las reformas de Nilia. Lo mismo pasaba con Teluria, de tamaño algo menor que Basti.
Una mala noticia entristeció, considerablemente, a la reina. Durante una misión diplomática a Bilmo, el intérprete fue capturado y ejecutado por los milicianos de una aldea. La enojada Nilia ordenó arrasarla con bombas incendiarias, hasta que no quedara un solo edificio en pie. No pocos dijeron que ese hombre era el amante de la reina. La intérprete femenina que traducía sus gestos a los medios de comunicación, dijo haberlos visto discutir con gestos, frecuentemente, pues desde la ventana de su habitación se veía un poco la sala del trono. A ella no le cabía ninguna duda de que se querían. Pero no hacían público su amor, porque de haberlo hecho, él sería el rey, y ella quedaría degradada a ser la esposa del rey. Tales eran las leyes machistas de Tirio, que por algún motivo, la soberana no las quiso cambiar..
Un día, la civilización extraterrestre de los manzios, invadió el planeta Mudrago. Tirio, Teluria y Basti, decidieron unir sus fuerzas si no querían ser los siguientes. Llamaron a su alianza, "El Binomio Galáctico". Cuando llegó el momento de la lucha espacial, Nilia dio instrucciones a su almirante, para que se presentara con retraso a la batalla. Por ese motivo, pese a la victoria, la flota de Basti tuvo muchas bajas. En cuanto se reunieron para celebrar la victoria, el enojado almirante bastiense no pudo contener su ira y dijo a su colega tirio:
-¡Inepto! Por culpa de su ausencia he tenido más pérdidas de lo esperado.
Tras esas duras palabras, le dio la espalda sin dejarlo hablar siquiera, y lo trató como si no existiese, siendo secundado por sus subordinados y la mayoría de los representantes de Basti.
Durante el camino de regreso de las flotas, al llegar cerca del planeta Basti, el sorprendido almirante tirio recibió un irónico mensaje de la reina.
-Ha llegado el momento de lavar su honor. Mande al infierno a la armada de Basti y a su grosero almirante, ahora que están debilitados. He mandado una flota para ayudarle. Póngase en contacto con el jefe al mando para coordinar el ataque. Mucha suerte.
Cogida entre dos fuegos, la flota bastiense fue aniquilada. A continuación, siguiendo órdenes estrictas de la reina, se procedió al desembarco en el norte de Basti. La invasión fue exitosa. En pocos meses, los tirios dominaron casi el 80 por ciento del planeta. La reina dijo a los medios de comunicación:
-Las intimidaciones de Basti al reino tirio han terminado. Me informan que el emperador y su familia han huido al sur y tienen problemas para subsistir, pues los bandos rebeldes los culpan de no haber sabido estar a la altura de las circunstancias y los rechazan de sus ciudades. Nuestra victoria se debe, en gran parte, al apoyo de las naciones del norte, tratadas con desdén por el imperio bastiense. Ellos nos han dado un apoyo importantísimo. Desde estos momentos serán tratados como ciudadanos tirios de pleno derecho. He ahí las consecuencias de las políticas discriminatorias del emperador. Basti ha sido más fácil de conquistar que el más pequeño y primitivo, Bilmo.
La noticia impactó al rey de Teluria, cuya política no era muy distinta a la del destronado emperador de Basti. Desde ese momento las relaciones con Tirio mejoraron.
Se decía que el traductor era un hombre de honor y paz, y le frenaba los pies a Nilia, impidiéndola realizar con frecuencia políticas de represión. Si hubiese estado vivo, Nilia no habría invadido Basti. Si bien no pudo evitar el atentado contra la heredera al trono, convenció a Nilia de que el resto de sus familiares fuera tratado con cortesía.
Pese a no tener marido ni se le conociera amante alguno tras el fallecimiento del traductor, Nilia quedó embarazada de una hija. Se suponía que el padre era el domador de un circo que ofrecía espectáculos durante las fiestas palaciegas, y que tras el embarazo real, dejó de aparecer por la corte.
Un día la salud de la reina empeoró. El médico de palacio no sabía a qué podría deberse. Entonces decidió leer el diario personal del fallecido traductor, por si encontraba alguna pista. Le llamó especialmente la atención que éste le reprochara a la reina su afición a la comida caducada. Ella le decía que había que ahorrar. Presumía de no haber sido golosa en su niñez. El dinero que le daban no se lo gastaba en golosinas ni ropa cara, sino en ganarse el favor de la guardia. Por eso no disfrutaba del buen comer. Eso no impidió que el traductor tirase los alimentos, para enojo de Nilia, y en consecuencia, obligándola a tener una alimentación normal.
El asustado médico revisó la despensa de la reina. Mucho temía que tras la muerte del traductor, Nilia hubiera vuelto a su mala costumbre alimentaria. Así fue. Pero ya era demasiado tarde. Su intoxicación le produjo una enfermedad, cuyo avanzado estado fue imposible de curar, causándole la muerte a los 48 años. Gobernó el reino de Tirio con mano de hierro, durante 22 años. Su sucesora fue su hija, Nilia II, gran amante de la libertad de expresión, que no estuvo a la altura de su madre.